Mis luchas empezaron en Revista Chocha.

La semana pasada fue la última de Revista Chocha. Para los que no la conocen fue una publicación online feminista autogestionada. También será por siempre el hogar de muchas voces de mujeres que contaron historias en primera persona y analizaron realidades de nuestro país con mucha garra y dedicación.
¿Cómo llegué a Chocha? Llegué mucho antes de que se llamara así. Mi amiga Caro tenía la ilusión de crear un espacio donde se hablaran de las cosas que a ella le gustaban. Le pasaba que abría un portal para leer y, como no encontraba todo lo que quería, tenía que abrir muchos a la vez. Era un proyecto ambicioso: juntar todo lo que le gustaba en un sólo lugar, para que también pudiese ser el nuevo lugar de otras mujeres.
Así fue como nos juntamos en el patio del Liceo en el 2014. A través de un evento en Facebook, Caro convocó a varias chicas. Me acuerdo que me dijo “quiero que hagas la parte de Beauty” porque hacía unos meses cuando nos conocimos se quedó fascinada con el hecho de que yo fuera maquilladora. Otros meses más adelante recree un look de Chanel para ella y otra amiga más para ir a una fiesta, y después lo compartí en la revista.
Ahí fue dónde nació el cuestionamiento a los estándares de belleza. En realidad, todo empezó cuando decidí estudiar diseño de indumentaria, pero no lo supe hasta hace un par de años. Siempre iba cruzándome con situaciones que me hacían reveer mis concepciones acerca de la belleza. Chocha fue un espacio donde pude dialogar conmigo misma y con otras mujeres sobre lo que pensaba acerca de ese concepto, de la industria de la moda y la cosmética, de cómo la mayoría de las revistas tratan estas temáticas y lo más importante: cómo íbamos a abordarla nosotras.
La verdad es que si bien habían cosas que me hacían ruido, nunca tuve muchas herramientas para poder defender mis ideas. Así que primero que nada, emprendí un camino tratando de encontrar publicaciones, personas y recursos que me permitan poder tener una postura mejor formada del tema.
Porque la realidad es que muy en el fondo sabía que los estándares de belleza nos están violentando pero no sabía muy bien qué hacer con eso, o cómo enfrentarlos.
El camino en busca de razones no fue fácil. Siempre que me doy cuenta que algo no está bien primero me enojo y pienso que todo lo que hice antes estaba mal, como por ejemplo, consumir cosas que tuvieran que ver con la cultura de la delgadez. Me costó mucho poder encontrar material, porque la verdad es que hay pocas personas que se dedican a desenmascarar este monstruo que nos dice que no somos válidos así como estamos.
Lo que más me movía a poder empezar a hablar del tema, era que yo no tenía un cuerpo hegemónico, que no me podía vestir como me gustaba porque no encontraba talle de ropa y porque veía que si bien mis amigas sí podían hacer todo esto, aún así, querían cambiar la forma de su cuerpo porque pensaban que así estaban mal.
Parece increíble, pero es así. Por lo menos todas las mujeres que me rodean tienen o tuvieron problemas de autoestima y dificultades para aceptar su aspecto físico. Entonces,
¿cómo no estar enojada y tener ganas de empezar a desarmar un poco todo esto?
Primero que nada, tuve que entender que hablar de Moda y de Belleza puede ser divertido pero no es algo frívolo, es una gran responsabilidad, porque le estás hablando a alguien sobre la parte más superficial de su existencia, sobre su cuerpo, su piel, lo que usa y cómo se va a mostrar hacia los demás. Así que una vez que yo lo pude entender, tuve que contárselo a las personas que me rodearan. Es difícil que te tomen en serio cuando hay todo un concepto recontra instaurado socialmente sobre estos temas, y más si lo hablas con personas que estudian y se dedican a disciplinas un poco más duras. Pero no es imposible.
Así que ahí emprendimos con todas las Chochas el camino a que Biuti sea una sección de la revista que hable de cosas benignas, desde un punto de vista súper amable y entendiendo que podés maquillarte y preocuparte por tu salud, sin dejar de ser feminista.
En este camino que aún transito, tuve la necesidad de empezar a hablar sobre gordura y sobre Body Positive. Porque una cosa tiene que ver con la otra y te das cuenta que todo tiene que ver con todo al final. Primero tuve una casi entrevista con Tess Holliday, pero nunca terminó de responder mis emails. Mientras seguí buscando, encontré a Brenda Mato, modelo argentina plus size y una gran amiga ahora. La entrevisté y, por primera vez, escuché a alguien con quien podía identificarme, que estaba sufriendo lo mismo que yo y que hacía algo con eso.
Me di cuenta que si bien quiero muchísimo a mis amigas y les agradezco un montón por apoyarme, era necesario rodearme de personas que sean como yo y que les pasaran las mismas cosas, porque ahí es cuando podés empezar a intercambiar vivencias para poder construir.
Brenda también me presentó a Anybody, una ONG con sede en Argentina que lucha contra la epidemia del odio corporal, y ahí terminé de cerrar un montón de ideas y encontré un mundo nuevo: se puede militar la autoaceptación, la belleza y la moda, sin perpetuar estereotipos de belleza.
Yo iba acumulando información, vivencias, juntándome con otras mujeres y compartiendo. Todo estaba pasando muy rápido. En esta vorágine no entiendo bien cómo, ni en qué momento, decidimos viajar por primera vez al Encuentro Nacional de Mujeres en Resistencia, Chaco con las Chochas; Y este viaje me cambió la vida. Fui al primer taller de Activismo Gordx. Estuve rodeada de identidades gordxs que compartieron sus vivencias y ahí confirmé que necesito estar más cerca de estos espacios, porque son los que me dan razones y energía para seguir luchando.
Lxs gordxs somos muchxs, pero estamos invisibilizadxs, ocultxs, como si no existieramos. Nos corren de todos lados porque no somos dignxs, somos lo que está mal, somos la vergüenza de un sistema que no triunfó con nuestrxs cuerpos, nos quieren separadxs.
Y desde ese momento pude verme de otra manera. Entendí que no había hecho nada mal hasta ahora, que sólo había sido víctima de muchas industrias pero que no lo sabía, que me habían violentado la mayor parte de mi vida y que nunca se me había ocurrido pensar qué era lo que realmente quería yo para mí y para mi cuerpo: cómo quería vestirme, cómo quería maquillarme, con qué quería cuidar mi piel, qué quería comer y cómo.
Desde aquel día en el Patio del Liceo, aprendí que el camino es luchando y que mi forma de luchar es trazando redes con mujeres que están en la misma que yo, escribiendo, charlando, intercambiando dudas y vivencias, dejándome de esconder, poniendo en común. Que nada de lo que hice e incorporé hasta ahora podría haber pasado en otro momento. Chocha me dio un abrazo fuerte cuando ni yo sabía que lo necesitaba. Me enseñó a ponerle perspectiva de género a todo lo que ya sabía. Me hizo incorporar el concepto de sororidad, y a partir de ahí no pude ver más a otra mujer como competencia, porque no hay momento más importante que el actual para mostrarnos unidas y darnos una mano.
Después de este camino largo lleno de aprendizaje que todavía sigue, sólo puedo mostrarme agradecida, porque lxs tengo a ustedes que me leen y a las Chochas que me vieron crecer.


Soy una sobreviviente de la industria de la dieta y estoy lista para seguir luchando.

Comentarios

Entradas populares