Soy mi mayor enemiga.

Ya sé. probablemente pensaron que ya fue estar tan bajón, que después de las dos últimas entradas de este blog iba a resurgir. Yo también, pero no. Igual no sé si esto es verdaderamente un bajón pero acá voy. 
Me saboteo todo el tiempo. Incluso cuando me propongo no hacerlo, termino convenciéndome de que lo tengo que hacer por mi bien. Soy yo la que más se dice cosas horribles y se critica. 
Estoy lejos de ser mi mejor amiga o siquiera mi amiga. 
No me odio, eso no, pero siempre hay algo sobre mí de lo que puedo dudar. Un pequeño hilito que cuelga del cual tiro y todo se descose. Por más que esté en un camino de autoaceptación, que me rodee de mujeres que tienen un cuerpo parecido al mío, que me anime a decir que soy gorda y que no me da vergüenza, todavía sigue en mi cabeza la idea de ser flaca. No sé si ser flaca, flaca, pero no tener tanta panza o la cara tan redonda. Me siento medio traidora teniendo estos pensamientos, pero sería hipócrita si les dijera que no pienso nunca en eso. 
Tengo la idea de que mis brotes de rosácea y la cantidad de granitos que me salen ahora y nunca me salieron antes, son porque nunca estuve así de gorda en mi vida. También, ante cualquier dolor fisico que tengo, me acuerdo de todos los que alguna vez me dijeron que ser gorda me iba a traer enfermedades. Obvio que me duele pensar tanto, porque al final, siempre la solución de todo parece ser flaca, o mejor dicho, “ser más flaca que ahora”. 
A veces realmente considero que me solucionaría un montón de cosas perder peso.
Indefectiblemente, les creo a los que me dicen: “serías más linda si fueras más flaca”.
Todo se convierte en una película de terror cuando querés tomar decisiones y no sos hegemónica. Hace meses que quiero retomar el gimnasio y en lo único que puedo pensar es sí es porque quiero que mi cuerpo cambie, para ser más flaca, o si lo hago porque me gusta. Siento que tengo que hacer más esfuerzo que todas mis amigas, incluso las que tienen un cuerpo disidente. 
Porque mis amigas gordas, son la clase de gorda que está bien. 
Algunas tienen mucho busto, cara delgada, cintura chica y caderas grandes: son curvilíneas; Y las no gordas, son flacas, entonces compensan por ahí. Entonces me encuentro maquillándome por dos o tres horas, mirando ropa que no me puedo comprar porque no hay talle, teniéndome que conformar con la ropa que ya tengo, tratando de ver de qué forma la puedo combinar para que no parezca que siempre me pongo lo mismo. Y ni hablemos del pelo. Mi pelo enrulado, despeinado que llevo, al parecer, con mucho orgullo, pero que me cuesta. Así es como paso horas arreglándome para salir, enmendando todo lo que yo no soy: flaca, con un cuerpo aceptable, y pelo lacio y peinado. ¿Arreglando cómo? de la única forma que sé: imaginándome lo que es lindo para mí, intentando llegar a mis propias expectativas que, claramente, no son las de todxs. Porque así es: nunca nadie fue tan cruel como yo lo soy conmigo. Probablemente esto tenga que ver con el hecho de que prefiera lastimarme yo y no dejar que otros lo hagan. Es como una especie de narcisismo raro, pero estimo que no soy la única a la que le pasa.
Una situación de la cual me cuesta salir es el miedo que me da la primera vez que voy al baño cuando llego al trabajo. No quiero mirarme porque no sé cómo me voy a ver. En realidad, no quiero mirarme porque tengo miedo de que los demás estén viendo algo que no quiero que vean. A veces me sorprendo y me veo mejor de lo que pensaba. En general, nunca es tan terrible. Dependiendo del día, hay veces que evito mirarme cuando paso por espejos o vidrios muy nítidos: no tengo ganas de percibirme, mejor me quedo con el recuerdo de la última vez que me ví. 
Me costó mucho tiempo entender que si quiero pasar todo el día sin mirarme a un espejo, puedo hacerlo
Que no es un requisito indispensable para vivir tener que saber cómo me veo todo el tiempo. Y así es: en mis momentos de mayor paranoia no quiero ni que me vean, para evitarles el mal trago. Se preguntarán, ¿por qué me importa tanto lo que piensen de mí? Porque ya me dije tantas cosas, que no soportaría escuchar algo externo.
Igual, no todo es tan tremendo: armé una estrategia hace unos meses. Todos los días hago el ejercicio de sacarme una selfie, y a veces la publico en las stories de Instagram. Trato de que no pase más de un día sin publicar una, porque 
necesito que sepan que no siempre soy la chica maquillada y bien peinada, a veces también soy la otra, la que recién se levantó, la que no se peinó ni se lavó la cara; Esa es válida también. 
Me resulta más fácil mirarme en la cámara del celular que a un espejo. Hacerme fotos me hizo entender cómo es mi cuerpo, que no puedo siempre verme como yo pienso, y que tengo que dejar de compararme con otras, porque yo no soy como ustedes, ni ustedes como yo. 
Lamento decir que no tengo muchas más estrategias. Sólo tengo una nota en Keep donde me digo cosas a mí misma, una especie de carta donde recopilo frases de gente que conozco que alguna vez me dijo algo lindo. Pero no la leo tan seguido como debería. No la leo porque todavía no soy tan amiga mía, pero ya lo voy a lograr.

Comentarios

  1. "A veces realmente considero que me solucionaría un montón de cosas perder peso."

    No pensamos tan distinto después de todo....


    Saludos! Charly del insta

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